sábado, 6 de septiembre de 2014

a)  Los marinos cartagineses fueron dignos sucesores de los navegantes fenicios. Extendieron la soberanía        de Cartago   sobre las factorías y colonias fenicias del mediterráneo occidental fundando muchas más,         afianzándose en todo el litoral de la cordillera del Atlas y en la parte meridional de España.
b) Las colonias cartaginesas comprendían:
  1. Un extenso territorio que abarcaba aproximadamente al actual estado de Tunecia.

  2. Una serie de puertos, factorías y mercados, escalonados a lo largo de las costas africanas, en lugares estratégicos favorables para el comercio.

  3. Las grandes islas del mediterráneo occidental : Córcega, Cerdeña, Baleares y una parte de Sicilia, isla que compartió con los griegos establecidos en el este de la misma.
c)   Los cartagineses pasaron las columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar) y lanzaron sus  barcos por el  océano Atlántico, llegando: por el norte hasta Gran Bretaña; por el sur hasta el Senegal.
d)   En el interior del continente africano, sus caravanas llegaron a través del Sahara, hasta él sudan,  beneficiándose con los intercambios comerciales realizados con los habitantes de este país.
e) Roma engrandecía, al mismo tiempo frente a Cartago. Muy pronto, esas dos poderosas repúblicas  chocaron en sus intereses y dieron comienzo a las hostilidades. En las Guerras Púnicas,que duraron mas de un siglo (de 264 a 146), cartago disputó a su rival el imperio del mundo. Cuando Aníbal se puso al frente del ejercito, le faltó muy poco para conseguir el hundimiento del poder de Roma. En el año 140 antes de nuestra era, los romanos tomaron y destruyeron la ciudad de Cartago, desapareciendo de la superficie de la tierra los últimos restos de la dominación fenicia

A nivel histórico las luchas entre Cartago y Roma las podemos dividir en

El desencadenante de la primera guerra púnica lo encontramos, en la luchas continuas por la posesión de la isla de Sicilia. En el año 264 a.C. la isla se encontraba dividida entre cartagineses, siracusanos y mamertinos. Siendo los mamertinos atacados y derrotados por los siracusanos al mando de Hierón, le ofrecieron la plaza de Mesina. Los cartagineses, mandados por Aníbal, veían peligrar sus intereses, por lo que se opusieron a esta entrega y ocuparon la ciudad, lo que provocó en los mamertinos la difícil situación de decidir a que enemigo entregar la ciudad. Ante tal dilema, recurrieron con petición de auxilio, a sus vecinos los romanos, que obtuvieron así, el pretexto de iniciar sus conquistas en el mediterráneo y norte de Africa.
Mandó el Senado romano a Apio Claudio con sus legiones a Sicilia, que después de dos intentos, burló la escuadra cartaginesa y llegó a la ciudad de Mesina.

Annón había logrado reforzar la ciudad con unos 50.000 infantes, la mayoría de ellos íberos y celtas y consiguió infringir una primera derrota a los romanos, que no obstante al contraatacar, vencieron definitivamente a los cartagineses. Con la posterior toma de la ciudad de Agrigento, la isla excepto algunas plazas costeras, pasa a poder de los romanos, que viendo la necesidad de conseguir supremacía marítima sobre los cartagineses, prepararon una gran escuadra que obtuvo su primera victoria en las islas Eolias, siguiendo con las conquistas de Cerdeña, Córcega, Malta y Lípari.
Al observar Régulo la fragilidad de Cartago inició la conquista del norte de Africa, después de obtener una gran victoria naval en Ecnomo. Viendo el peligro que se le cernía, Cartago solicitó la paz que fue denegada por los romanos. Ante el inminente peligro, los cartagineses pidieron ayuda al general espartano Jantipo, que consiguió derrotar a Régulo en Clipea y durante cierto tiempo tornar la suerte de la guerra en favor de Cartago.
Después de algunas victorias cartaginesas, los romanos consiguieron nuevamente conquistar Sicilia, a excepción de alguna plaza, que fueron defendidas con audacia por Amilcar Barca hasta que la falta de hombres y dinero para pagar a sus mercenarios, obligaron a Cartago a firmar una paz de condiciones durísimas.
La I Guerra Púnica (264 - 241 a. C.)



Expulsado Amilcar Barca de Sicilia, pasó al norte de Africa con unos 20.000 hombres, aproximadamente la mitad íberos y baleares que finalmente y ante la falta de pago, se rebelaron contra los cartagineses y defendieron la independencia de los libios.
Comenzaron unas luchas sangrientas que hicieron a los cartagineses, gastar sus fuerzas y materiales, para obtener una difícil victoria.
Al mismo tiempo y viendo los problemas de Cartago en el norte de Africa, se sublevaron los pueblos del sur de Hispania, por lo que fue necesario mandar más tropas para sofocar la rebelión. Desembarcan las tropas en Cádiz, única plaza en poder de los cartagineses, al mando de Amilcar Barca, su hijo Anibal y su yerno Asdrúbal, que deciden definitivamente reconquistar la península ibérica y obtener así numerosos recursos y mercenarios para continuar sus luchas.

Muerto Amilcar, nueve años después, por una estampida de bueyes que arrastraban materiales incendiarios, le sucede Asdrúbal quien firma un tratado de paz con los romanos, fijando los límites de las conquistas en el río Ebro y la promesa de respetar las colonias griegas de la Península.
Podemos afirmar, que en esta guerra de los mercenarios, encontramos íberos luchando con Amilcar en Africa; otros íberos, defendiendo su independencia, en Hispania y por fin, también otros íberos alistándose en el ejército cartaginés.


Muerto Asdrúbal, asesinado por un esclavo galo, después de la fundación de Cartago Nova, le sucede Anibal, que deseoso de combatir a Roma rompe el tratado de su tío y ataca Sagunto, colonia de origen griego. Roma envía una misión a Cartago con el fin de conseguir del senado cartaginés la destitución de Aníbal. Al no ser aceptada dicha petición comienza la denominada segunda guerra púnica.

Aníbal forma un ejército de unos 90.000 infantes, 12.000 jinetes y 37 elefantes y atraviesa el río Ebro en dirección a los Pirineos, dejando en Hispania a su hermano Asdrúbal al mando de unos 25.000 hombres.
Después de una épica marcha en la que tiene que combatir, a las tribus situadas al norte del río Ebro, a los galos, a las continuas deserciones de sus hombres y a las cuantiosas bajas sufridas en el paso de los Alpes, Aníbal logra llegar a la península Itálica con un reducido ejército de unos 26.000 hombres entre los que se encontraban unos 10.000 hispanos y 8.000 honderos baleares. Atravesando el río Ródano, gracias a la pericia de los hispanos mandados por Annón, hijo de Amilcar al usar odres como flotadores, consiguen la victoria en la batalla de Tesino en el año 218 a.C.
Vencen nuevamente, al mando de Magón, en la batalla de Trebia, en la que el comportamiento de los íberos deteniendo el ataque frontal de los romanos y de los honderos baleares, lanzando sus piedras sobre los atacantes, consiguen inclinar, definitivamente, la batalla en favor de los cartagineses. Prosigue la marcha Aníbal, en el año 217 a.C. atravesando penosamente los pantanos de Etruria, manteniendo siempre en vanguardia a sus tropas íberas y libias y consigue una nueva victoria, en el lago Trasimeno, sobre el cónsul Flaminio.
Llegado este momento, Roma comienza a verse en peligro, por lo que coloca en el consulado a Terencio Varrón quien provoca la batalla de Cannas. En esta batalla, 2 de Agosto de 216 a.C., fueron protagonistas fundamentales las tropas íberas y celtíberas que en un número de unos 9.000, amedrentaron a las tropas de Roma.
La batalla de Cannas se describe de la siguiente forma: Aníbal utilizó su forma clásica de combatir desplegando en forma de media luna y con la intención de ir cediendo en su zona central, compuesta de hispanos y galos, para luego envolver por la retaguardia con la caballería al enemigo. La verdadera batalla se produjo de forma violenta cuando la caballería celta del ala izquierda, en vez de ceder poco a poco, como era costumbre, para luego contraatacar y envolver a los romanos, se enzarzó en una lucha cuerpo a cuerpo, desmontados de sus caballos, hasta conseguir una victoria parcial sobre los romanos. Al mismo tiempo, la infantería hispano-gala aunque luchaba con valor, fue aniquilada por los romanos, rompiéndose la media luna y penetrando peligrosamente en el campo cartaginés. La rápida reacción ordenada por Aníbal al envolver a los romanos con sus alas africanas y de caballería celta, decidieron definitivamente el combate en favor de los cartagineses. Llegado este punto, Aníbal que perdió en la batalla posiblemente un tercio de sus tropas, se volvió prudente y no quiso dirigirse hacia Roma, acción muy criticada por su lugarteniente Maharbal diciéndole " Aníbal, sabes vencer, pero no sabes aprovecharte de la victoria".
Llegado el invierno, descansó con su ejército en Capua, a la espera de tropas de refuerzo que nunca fueron enviadas desde Cartago, por la clara animadversión de un senador, llamado Hannón, en contra de los Barca.
Aníbal solicitó a Asdrúbal, refuerzos de Hispania y éste emprendió el viaje atravesando también los Alpes y adentrándose en Italia, pero fue derrotado y muerto en la batalla de Metauro (207 a.C.), por lo que Aníbal quedó aislado en Italia y se dirigió al país de los Abruzos.
Entretanto, Escipión acabó la conquista total de la península ibérica con las tomas de Cartago Nova (209 a.C.), Gades (206 a.C.) y Menorca (203 a.C.). Propuso al Senado romano la conquista del norte de Africa y unido a Masinisa vence a los cartagineses en las grandes llanuras. Al verse Cartago en serios apuros, llama a su defensa a Aníbal, que se entrevista con Escipión y le propone la cesión de Baleares, Hispania, Sicilia y Cerdeña a lo que Escipión se niega. Se entabla entonces, la última gran batalla del general cartaginés, en la que con clara inferioridad, lucha hasta la extenuación y es derrotado en Lama, lo que supone el fin del imperio cartaginés que debe firmar una paz con unas condiciones humillantes que a la larga desencadenarían un rebrote de las hostilidades contra Roma.
La Segunda Guerra Púnica (218 -201 a. C.)



Pasa medio siglo en el que Cartago vuelve a recuperar parte de su antiguo esplendor y por consiguiente, vuelve a generar el recelo de los romanos y sobretodo de sus aliados Númidas, al mando del anciano Masinisa. Aprovecha éste la situación para iniciar las hostilidades y derrotar a los cartagineses. Se dirige Cartago a Roma, para que arbitre la situación surgida y aquella responde mandando un consejo formado por 10 senadores entre los que se encuentra Catón el censor, que al ver las riquezas de los cartagineses, instiga al Senado romano para dar la razón a los númidas y organizar la conquista de Cartago. Desembarcado el ejército romano en Utica se entrevista con los representantes cartagineses que ceden ante las imposiciones romanas y entregan sus armas. Viendo Marco Ceaseronio desarmados a los cartagineses, ordenó el abandono de Cartago por sus habitantes para proceder a la verdadera intención de Roma, que no era otra que la destrucción total de la ciudad. Sintiéndose engañados los cartagineses, se alzan en armas y llaman a su defensa a Asdrúbal, que se encontraba en Néferis con unos 30.000 soldados que llegados a Cartago se oponen a las exigencias de Marco en lo referente al abandono de la ciudad.
Comienza la tercera guerra púnica, que se limita a la heroica defensa de la ciudad de Cartago entre los años 149 al 146 a.C. y en la que Roma no consigue doblegar la resistencia de los cartagineses y no les queda más recurso que mandar a su general más destacado, Publio Cornelio Escipión Emiliano. En el año 146 a.C. Escipión toma Néferis y cerca definitivamente Cartago, iniciando posteriormente, el último asalto a la ciudad. Los 50.000 habitantes de la misma, consiguen salvar la vida, mientras que Asdrúbal con sus tropas se refugia en el templo de Esculapio, donde resiste varios días el ataque de los romanos.
Cuenta la historia que finalmente Asdrúbal, flaquea en sus fuerzas y se presenta sólo, en el campo romano, para firmar la paz, lo que aumenta la ira de los defensores, ante la traición de su jefe por lo que incendian el templo y se arrojan a las llamas antes de rendirse a los romanos. Acaban así, siete siglos de existencia de una ciudad como Cartago y esto marca el dominio definitivo del pueblo romano en el norte de Africa en contraposición de los intereses, meramente mercantiles de los cartagineses.

LOS EJERCITOS:

El ejército cartaginés de las guerras Púnicas se basaba en el ejército de Alejandro Magno, pero casi un siglo después de Alejandro. La falange macedonia que un siglo antes había revolucionado el arte de la guerra seguía estando en uso en todo el mundo helenístico y también en Cartago.
Roma, sin embargo, no había utilizado nunca tal sistema de combate. Roma había apostado por una unidad táctica llamada legión. Una unidad extraordinariamente flexible, nacida de la necesidad romana de obtener victorias indiscutibles frente a sus numerosos enemigos. Los romanos llevaban en guerra casi continua siglos y eso no sólo había endurecido extraordinariamente su carácter como nación, sino que les había permitido llegar a una organización militar que, aunque desconocida en el "mundo civilizado", era enormemente superior a la falange macedonia
Cada legión estaba dividida en 60 centurias de 80 hombres cada una. Cada dos centurias formaban un manípulo, con lo que una legión estaba formada por 30 manípulos de 160 legionarios cada uno. Esto, más las tropas ligeras y 300 soldados de caballería divididos en 10 turmae de 30 jinetes cada una nos dan la cifra de unos 5.500 hombres por cada legión. El número de legiones alistadas variaba según la necesidad y además, las ciudades italianas tenían la obligación de aportar por cada legión romana un contingente de tropas similar. En Roma gobernaban cada año dos cónsules que podían alistar normalmente cada uno dos legiones más dos contingentes aliados, con lo que un ejército romano "normal" constaba de unos 22.000 hombres. La mitad de ellos romanos, la otra mitad de las ciudades "aliadas" italianas que más bien eran ciudades sometidas a Roma manu militari.
Frente a cada legión formaban una línea los velites o soldados ligeros armados sólo con escudo y jabalinas. Tras ellos la primera línea de 10 manípulos de hastati armados con el escudo pesado o scutum, yelmo de bronce, espada de hierro del tipo griego, jabalina pesada o pilum y protección corporal consistente en una greba de bronce para la pierna derecha y un peto cuadrado de bronce de poco más de un palomo cuadrado que protegía el pecho. Tras los hastati se alineaban los 10 manípulos de principes, armados de igual forma, aunque algunos de ellos se protegieran con una coraza de cota de malla (los que podían permitirse el lujo). Y tras ellos los 10 manípulos de triarii, las reservas de la legión que sólo entraban en combate si la situación era desesperada. Su misión consistía en cubrir la retirada y eran los combatientes de mayor edad. Casi todos ellos se protegían con cotas de malla y en lugar del pilum llevaban una lanza. Durante la batalla permanecían arrodillados, protegiéndose con sus escudos.
Estos son los ejércitos que se enfrentaron en las guerras Púnicas. Sin embargo, Cartago tenía un punto débil, un verdadero talón de Aquiles, ya que la mayoría de sus tropas estaban compuestas por contingentes mercenarios contratados a lo largo y ancho del mundo. Parece que en Cartago no existía una auténtica conciencia de Defensa Nacional, y la mayoría de los ciudadanos creía que ese era un asunto del que únicamente debían ocuparse los soldados contratados para ello. Al enfrentarse a una Roma cuyos ciudadanos eran todos sin excepción soldados desde que cumplían los 16 años, esto se reveló como un problema enorme. Estos soldados profesionales púnicos integraban la falange macedónica armada con la sarissa o lanza de 6 metros de longitud. Los falangistas formaban un bloque compacto con las cinco primeras filas de lanzas asomando al frente mientras las demás filas las mantenían en alto para parar los proyectiles lanzados.

El sistema desarrollado por Filipo de Macedonia había revolucionado el arte de la guerra, y su hijo Alejandro Magno lo llevó a la cumbre táctica, pero en la época de la I guerra Púnica, Roma se había enfrentado con la falange de Pirro y, aunque había sido derrotada en las dos batallas que se desarrollaron, había ganado la guerra, demostrando con ello que la legión era muy capaz de enfrentarse a la falange. Estos soldados profesionales eran mestizos libio-fenicios y su número podría ser de unos 20.000, ya que esta es la capacidad aproximada que podían tener los alojamientos encontrados en las murallas de Cartago.

Además de los púnicos había tropas mercenarias que formaban el grueso del ejército cartaginés. Eran celtas, españoles, ligures, griegos y norteafricanos, cada uno con sus sistemas de combate propios, todos ellos bajo el mando de oficiales púnicos que necesitaban de intérpretes para transmitir sus órdenes. Comparado con el bloque nacional formado por los romanos, el ejército púnico era una auténtica torre de Babel, pero Aníbal, con un ejército formado por celtas, españoles y africanos consiguió enormes triunfos frente a la homogeneidad romana, manteniéndose unidos durante 15 años en Italia sin amotinarse ni una sola vez.
El 40% de los soldados que combatieron junto a Aníbal eran celtas. Los romanos los llamaban galos y habitaban las actuales Francia y Bélgica. Los galos se armaban con su típico escudo ovalado plano, una gran lanza, espada de corte larga, yelmo de hierro y algunos con la cota de malla que ellos inventaron. Otros preferían combatir casi desnudos para demostrar su valor.
El elemento táctico determinante de la II guerra Púnica fue la caballería. Concretamente los jinetes númidas norteafricanos que combatieron primero con Aníbal y después con Roma. Estos jinetes eran una auténtica prolongación humana de sus caballos. Montaban a pelo, sin silla y con una cuerda alrededor del cuello del caballo como riendas. se armaban con un escudo de mimbre y varias jabalinas y formaron la caballería más temida del mundo por su legendaria destreza, disciplina y valor en combate. Ellos fueron los que destrozaron a la caballería pesada romana en Cannas y los que le dieron la victoria a Escipión El Africano en Zama.


Páginas web utilizadas





No hay comentarios:

Publicar un comentario